Hojas

Ayer caminábamos juntos bajo la lluvia de estrellas a plena luz de un día especial de un otoño que podría haber sido uno más, como cualquiera. Había algo extraño en tu mirada, había algo que querías decir, pero solo sonreías y mirabas ver caer las hojas de los árboles mientras seguíamos caminando. Esa sonrisa daba la impresión de que te alegrabas porque cada hoja era para ti una estrella fugaz que caía suficientemente lento como para pedirle con tranquilidad un deseo. No se si pediste el mismo deseo varias veces, o pediste el siguiente asumiendo que el anterior se concedería, haciendo un gran deseo fruto de muchos pequeños. Sin embargo se que debería haber pedido permanecer en aquel momento por siempre, viendo tu sonrisa y teniendo a la mano y disponible casi en cualquier momento un deseo no fugaz. Luego llegara el invierno y las calles de oro se transformaran en ríos que se llevaran lo bueno y lo malo que ha quedado atrás de nuestros pasos, antes de eso te tomare y aun que la corriente se lleve todo tu permanecerás conmigo. Me gustaría saber en que estabas pensando en aquel momento, saber si deseabas lo mismo que yo y saber porque ocurrieron así las cosas. Cuando lograste llegar a mi corazón, te fuiste de este mundo, tal vez para vivir por siempre conmigo en mi recuerdo. Aun que estés aquí, en mi, te extraño porque la parte de mi que había en ti se ha ido. El vació permanecerá hasta que en otra vida, en otro otoño, no te deje partir y lo conseguiré pidiendo a todas las estrellas fugaces el mismo deseo y así con el tiempo se hará más fuerte, hasta que llegue el día en que nos volvamos a encontrar en un otoño, en nuestros corazones.