Esta entrada tal vez no sea profunda como las anteriores, pero refleja algo que paso hace poco más de un año, específicamente en Halloween del año pasado (2006). Es típico que a cierta hora de la tarde empiecen a tocar el timbre. Cualquier otro día del año uno pensaría que son más visitas inesperadas de lo habitual, pero no, son pequeños dedos pegajosos, confitados, que se acercan con un propósito malicioso. A esa edad ya saben chantajear. “o me das un dulce o te tiro un huevo más rato”, eso piensan pero solo dicen que harán alguna travesura. Hay dos opciones, prepararse para lo peor o comprar dulces (o buscar los dulces que no te quieres comer y aprovechar de limpiar el storage jaja). De esta forma, el año pasado le pase una bolsa de dulces a mi nana y le dije que le diera dulces a los niños cuando pasaran pidiendo. Poco después sonó el timbre y luego de unas palabras amenazadoras se escucho un “gracias” colectivo y un cerrar de la puerta. Al poco rato después, unos cuantos minutos, sonó el timbre de nuevo. Si, eran unos perversillos niños esperando obtener un botín ostentoso. Entonces se escucho un “no quedan dulces” y una serie de gritos de sufrimiento y retorcimiento, seguido de un nuevo cerrar de puerta. Entonces baje y le pregunte a la nana por que no quedaban dulces si le había pasado una bolsa y lo más inesperado sucedió. “Se los di todos a los primeros que pasaron” me respondió. Esa respuesta me dejo anonadado, atónito, perplejo, confundido, dormido, paralizado, envenenado y más. (jajaja). Entonces se volvió realidad la vieja excusa de “ya se acabaron los dulces, el próximo año pasen más temprano”. Este año deberíamos haber dicho “ya se acabaron, los dimos todos el año pasado”, si, viajen por el tiempo, tal vez su disfraz se los permita o tal vez ya lo hicieron y por eso fueron al momento exacto para quedarse con todos los dulces y con sus trucos de control mental debilitaron a mi nana y le arrebataron la capacidad de discernimiento y le sugirieron que les diera todos. Eso ha de haber sido, solo un viaje por el tiempo podría explicar tal situación, era de esperarse después de todo, deberíamos haberlo sabido desde un principio.
1 comentarios:
Hola tú!!!!!!!!!
jaja, es cierto, quién no ha vivido esa sonajera incesate de los timbres sin fin... es divertido, los más chicos te miran con una cara de ilusión tremenda (generalmente cuando son lo suficientemente chicos pa ir acompañados de un progenitor que te mira con cara de consternación) mientras los más grandes miran casi maliciosamente, mientras esconden bajo el disfraz la caja de huevos... grrrrr)... Jajaja, hay que instruir a las nanas entonces a la hora de responder esos timbres, no vayas a terminar con la casa convertida en omelette!!!!
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